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La tontería en TV

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El invento es sencillo: se tiene un formato de programa de televisión, a partir de una idea más o menos original. Se tiene un completo equipo de profesionales, altamente capacitados, y sólo falta alguien que presente el programa. En algún momento del proceso de creación del programa se encuentra a dicho presentador –conocido, “conocidillo” o perfectamente desconocido– al que se contrata por un dinero moderado, de acuerdo con lo que el mercado dicta, pongamos unas... 300.000 pesetas por programa, o sea, 1.200.000 pesetas al mes. Una cantidad “modesta”, teniendo en cuenta que se trata nada menos que del PRESENTADOR. Hasta ese momento, el PRESENTADOR no ha hecho prácticamente nada por el programa, no obstante lo cual, por el simple hecho de serlo cobra ya algo así como cuatro o cinco veces lo que cobra el director realizador, por poner un ejemplo. Por fin, se pone el programa en antena, después de un complejo trabajo por parte de ese montón de profesionales, desde el realizador hasta el último de los magníficos técnicos que tiene la cadena (TVE, Antena 3...). A partir de ese momento, el PRESENTADOR hace su trabajo, como los demás. Bueno, con algunas diferencias. Veamos:

a) Los demás dedican horas, días y semanas a poner toda su creatividad y sus conocimientos profesionales para que aquello sea un buen producto, mientras el PRESENTADOR dedica una agotadora media hora al maquillaje, otra agotadora media hora al vestuario, algunos minutos agotadores a echar un vistazo al guión –no siempre, porque “Él” “comunica” y los guiones no dicen más que estupideces que no se adaptan a su modo de “comunicar”–.

b) El PRESENTADOR dedica el tiempo necesario a grabar, con largos –y agotadores– periodos de espera, en los que “Él” se desespera, mientras los demás (que han llegado muchas horas antes que “Él” al plató, muchos días antes que “Él” a resolver problemas técnicos que “Él” ni conoce, y muchas semanas antes a inventar cosas para que “Él” tenga una apariencia magnífica y diga cosas inteligentes y divertidas), no paran un solo momento.

c) El PRESENTADOR no puede desplazarse al trabajo en su automóvil. ¿Por qué? Nadie lo sabe exactamente, pero en algún texto legal debe de estar escrito que al PRESENTADOR se le tiene que enviar un coche a su domicilio para que lo transporte a los estudios. Seguramente para evitarle un excesivo cansancio, o para que no se gaste su miserable sueldo en gasolina.

Al cabo de unas cuantas semanas resulta que el formato tiene éxito y funciona; la gente lo ve. A nadie de quienes han hecho el programa, ni siquiera al director realizador, ni al guionista, ni al escenógrafo, ni al iluminador, ni siquiera al Alto Directivo que durante semanas dudó (dudan mucho) si aquello sería éxito o no –pero que también puso algo en esto–, se le ocurre pensar que el programa tiene éxito gracias a él. Sólo hay un personaje al que se le ocurre esa tontería: el PRESENTADOR. No lo duda ni un momento: si el programa tiene audiencia es evidente que se debe al hecho de que “Él” tiene magnetismo, conecta con la audiencia, “comunica”, que se dice ahora. Nada hay que reprocharle, porque el derecho a la tontería es libre.

Cuando ha llegado a esta conclusión, “Él”, el comunicador, se dirige a la cadena (probablemente al mismo Alto Directivo que le dio vueltas a la idea durante mucho tiempo) y le plantea algo que para “Él” es evidente: el programa tiene éxito, y ese éxito se le debe a “Él”. Por lo tanto, resulta de todo punto injusta la cantidad que “Él” cobra por programa. Entonces, el Alto Directivo, colocado entre la espada y la pared, justa y honradamente dispuesto a defender el éxito que el programa proporciona a la cadena, se rinde a la evidencia y, en la siguiente renovación del contrato, multiplica el sueldo del PRESENTADOR por... bueno esto es un detalle “privado” que no hay que desvelar, porque sería una falta de consideración hacia el PRESENTADOR.

Como es lógico, a partir de ese momento el PRESENTADOR ya no camina de la misma manera, ni entra en el estudio con aquella humildad y simpatía que “Él” siempre ha sabido que tenía. “Él” es el éxito mismo del programa, y ya no tiene que conformarse con pensar: “estos inútiles me hacen perder el tiempo en las grabaciones, arreglando esa mierda de decorado, con esas luces que no me favorecen nada y ese realizador, que es un imbécil que quiere hacerme repetir la toma por alguna chorrada, con lo bien que me ha salido ¡y con la prisa que tengo, que voy a perder el avión!” No, ahora ya puede decirlo cada vez que se le antoja, porque “Él” no tiene por que ser amable con esta pandilla de inútiles que, encima, ahora quieren parar para el bocadillo. ¡Con la prisa que “Él” tiene!

Puesto que el programa sigue teniendo éxito –y se le debe a “Él”, naturalmente–, la semana en que baja un poco la audiencia resulta del todo evidente que es culpa de alguien. Puede ser de algún Alto Ejecutivo, que no sabe programar. Puede ser del productor, que es un vago, porque “Él” no lo ve casi nunca por el plató; estará por ahí, haciendo papeles inútiles y, además, empeñándose en desglosarle la retención del I.R.P.F. de los dos miserables millones que cobra ahora por programa. ¡Sí, hombre...! ¡Para que se lo lleve Hacienda! Bien clarito se lo dijo “Él” al Alto Directivo el día en que negociaron: “Eso que lo pague la cadena. ¡No lo voy a pagar yo...!”. Puede ser culpa del guionista, que no lo entiende para nada, encima de que cobra una pasta: 80.000 por programa. Horas y horas en su casa, escribiendo, para diez o quince miserables folios que “Él” podría escribir de una patada. Y del realizador para qué hablar: no tiene ni puñetera idea. Como no viajan... Porque “Él” ha estado este año varias veces en Nueva York y allí es otra cosa. Seguro que cobran menos y lo hacen, no sé..., mejor.

Hasta que, un día, “Él” no puede más y decide plantear al Alto Directivo lo que para “Él” es evidente: “Él” no puede seguir haciendo el programa en estas lamentables condiciones, con un guionista que no lo entiende, porque “Él” no lo eligió; con este realizador (bueno, éste y todos, porque ya le han mandado cinco y a “Él” ninguno lo entiende), un realizador que se cree que sabe algo de esto sólo porque se sienta en el control y dice: “la 2, la 4”, y eso es todo lo que hace. “Él” puede seguir convirtiendo el programa en éxito si se cumplen ciertas condiciones.

Primera: “Él” tiene que ganar más, porque el éxito que “Él” –y sólo “Él”– proporciona hay que pagarlo. Y, para ello, la mejor manera es que...

Segunda: “Él” produzca el programa. Porque “Él” tiene una Productora. No por nada, sino porque “Él” ha llegado a la conclusión de que “Él” sabe producir, no sé..., mucho mejor.

Tercera: “Él” escriba el guión, porque “Él” conoce mejor que nadie su manera de comunicar y, además, “Él” es periodista (o ventrílocuo, o humorista, o cantante; sustitúyase según corresponda), y “Él” ese guión lo escribiría muchísimo mejor.

Cuarta: Es obvio que, si “Él” es el guionista del programa, tiene que cobrar por ello. Y no va a cobrar la miseria que cobra el actual guionista, porque “Él” es “Él” y lo sabe hacer, no sé... mil veces mejor.

Quinta: “Él” no puede seguir trabajando si no queda claro que “Él” es el DIRECTOR del programa. No como ahora, que el programa no tiene dirección ni nada. El realizador, que seguro que cobrará un plus que te mueres por no hacer nada, se empeña en dirigirlo. ¡A “Él”! ¡Dirigirlo a “Él”! “Él” se conoce mejor que nadie y, además, como “Él” es periodista (o ventrílocuo, o humorista, o cantante; sustitúyase según corresponda), está, no sé..., en mejores condiciones de dirigir un programa de televisión que un simple realizador de televisión.

Sexta: es obvio que, si “Él” es el DIRECTOR del programa, tiene que cobrar la dirección. Y, vamos a ver, dirección es dirección. Y, por lo tanto, vale una pasta. Porque, oye, se trata de “Él”, no de un realizador cualquiera metido a director. Para ser DIRECTOR hay que, no sé..., ser periodista, viajar, estar en contacto con la gente. Y estos no salen de aquí, porque con lo que ganan no pueden ni viajar...

El Alto Directivo lo comprende. Es lo mejor. El PRESENTADOR que, como es lógico, tiene una Productora (nada más lógico que el hecho de que un periodista, o ventrílocuo, o humorista, o cantante, tenga una Productora), producirá el programa.

En lo sucesivo, “Él” no usará siquiera el término “coproducción” porque, al fin y al cabo, la cadena no pone más que... veamos: el estudio, los papeles decorados, las luces, las cámaras, los micrófonos, el realizador, sus ayudantes, el productor, sus ayudantes, el escenógrafo, el diseñador de vestuario, el vestuario, la sastra, el iluminador, los eléctricos, el jefe de sonido, los operadores, los operadores de cámara, los operadores de grúa, los maquilladores, los peluqueros, las salas de maquillaje, las de peluquería, el camerino, los carpinteros. Ah, y el coche. Y el conductor del coche. Mientras que “Él” pone TODO LO DEMÁS. A saber:

Pone... dos guionistas que le cuestan un dineral: 50.000 cada uno, total 100.000, que “Él” tiene que quitarse de las 500.000 que “Él” cobra por el guión.

Pone... un coordinador, que menos mal que es pariente de “Él” porque, si no, esto no funcionaba, con toda esta pandilla de inútiles –que “Él” no sabe muy bien qué falta hace tanta gente para un programa en el que “Él” lo hace prácticamente todo–, que encima terminan a las diez de la noche porque dicen que no les pagan horas extra. O sea que, encima, ¡quieren cobrar horas extra! Cuando a “Él” no le importa nada quedarse una horita más sin cobrar horas extra...

Pone... un “inmenso” equipo de producción, compuesto de... bueno, de dos personas, pero que son fantásticas, y no estos de producción de la cadena que, como son fijos, pretenden trabajar diez horitas y marcharse. En cambio estos dos, que los ha traído “Él”, con su Productora, no tienen horario y cobran la mitad que los de la cadena.

Pone... bueno, se pone a “Él”. “Él”, que es un magnífico PRESENTADOR, GUIONISTA, DIRECTOR y PRODUCTOR, que consigue, además, que los artistas vengan a su programa gratis, aunque “Él” (bueno, la Productora de “Él”) no tiene más remedio que facturar gastos a la cadena. Cosa justa, porque para eso “Él” es un magnífico PRODUCTOR y hace que todo salga más barato.

Porque la verdad es que “Él” piensa que, gracias a “Él”, todo sale más barato. Lo que encarece de verdad es toda esa gente que está en el plató y que, en el fondo, “Él” no sabe para qué sirve. Si echaran a la calle a la mitad, “Él” (bueno, “Él” no; la Productora) no cobraría los miserables tres millones por programa que cobra ahora por presentar, sino que podría ganar más. Habida cuenta del éxito que “Él” proporciona a la cadena, sería lo justo.



Desde que el Alto Directivo decidió que aquel muchacho sería un buen presentador para el programa, han cambiado mucho las cosas. Ahora, el Alto Directivo recuerda que, aquél día en que “Él” vino a decirle que “Él” era el éxito del programa, se le pasó por la cabeza, fugazmente, la idea de decirle:

“Mira, muchacho: él éxito del programa procede, en primer lugar, del formato y, en segundo lugar, de que hay todo un equipo de profesionales creativos y técnicos que lo hacen posible, desde que se inventa, hasta que sale de la sala de montaje, pasando por muchas horas de trabajo de mucha gente que sabe mucho de televisión, que está detrás de las cámaras y que nadie conoce. En resumen, es un éxito de la cadena. Todo ese trabajo hace posible que tú, que no has inventado el programa, ni sabes cómo se escribe, ni cómo se dirige, ni nada de nada, salgas en pantalla. Y, como sales, se te ve; y como se te ve, el público te conoce; y, como se te conoce, ganas, además, una pasta fuera haciendo anuncios, haciendo merchandising o haciendo de actor, cosas todas ellas que no harías si no fuera porque esta cadena, con todos sus profesionales, hace que se te vea. O sea, que deberías cobrar menos a partir de ahora, para que parte de tus ganancias reviertan a la cadena que las ha hecho posibles.

Tú, hablando de televisión, cuando más acertado estás es cuando piensas o dices: ‘no sé...’ Eres un elemento más de un equipo de trabajo, un elemento no demasiado importante, por cierto, aunque seas el único a quien ve el espectador. El espectador puede creer que “tú” eres el programa, pero yo, que para eso soy un profesional de la televisión, sé que “tú” no eres el programa. Sé, además, que el tiempo necesario para que tu popularidad se reduzca a cero es bastante más corto que el que nos ha costado que la gente te conozca. Seguirás cobrando lo mismo que cobras, con arreglo a tu contrato. Seguirás siendo dirigido por los que saben dirigir, diciendo las palabras que escriben los que saben escribir (aunque tú hayas llegado a creerte que han salido de tu cabeza); vendrás al trabajo en tu coche, como los demás profesionales que hacen el programa, estarás a tu hora, te estudiarás el guión, te esperarás calladito todo el tiempo que sea necesario a fin de que los profesionales puedan trabajar para que tú y todo el programa se grabe con la calidad que el realizador requiere. Y, si no llegas a ese avión que tanto te preocupa, es tu problema. Si no cumples con todo esto, se buscará a otro presentador que, en un plazo mucho más breve, será tan popular o más que tú. Mientras, el programa seguirá teniendo el mismo éxito.

En cuanto a lo de producir, ¿cuándo te hiciste productor? ¿Cuánto has producido antes de permitirte el lujo de querer producir nada menos que para una cadena de este nivel? ¿Cuándo aprendiste tú a hacer algo que experimentados profesionales aún no dominan?”

Pero no fue más que un pensamiento fugaz. Lo que hizo fue decirle a “Él” que sí a todo. Y esa sí que es una verdadera tontería.

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Enviado por webalia - 17/07/2001ir arriba
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1) Dar en el blanco o verdades como puños
Mi felicitación al autor. Se ve que conoce perfectamente los mecanismos en los que se mueven las/los vedettes de los programas de éxito. Para que se valore mi opinión quiero decir al autor que soy un guionista, realizador y director de TVE , Antena 3, etc con más de treinta años de experiencia y cuyo nombre no viene a cuento, pero que seguro conocerá el autor. Me retiré un par de años a mis cuarteles de invierno cuando me topé con ese tipo de presentadores de los que se habla en el artículo y que me resultaban imposibles de soportar. ¡Enhorabuena, otra vez!
 0   0  Invitado - [30/01/2005 10:02:44] - ip registrada
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