El 14 de septiembre de 2018 se estrenó en Netflix la serie de animación El príncipe dragón, cuyo título original en inglés es The Dragon Prince. Esta serie, creada para un público infantil-juvenil, cuenta de momento con nueve episodios de aproximadamente 25 minutos cada uno.
Los responsables de esta pequeña joya, recién nacida pero llamada abrirse paso en el corazón de una nutrida comunidad de fans, son Aaron Ehasx y Justin Richmond, responsables de las famosas series de Avatar (La leyenda de Aang y La leyenda de Korra). En su día, las sagas de Avatar nos maravillaron gracias a su impactante estilo visual oriental, y a un guion elaborado con una inteligente mezcla de humor, drama y aventuras.
Con El príncipe dragón, se repite la fórmula, en un mundo cuya ambientación esta vez rebosa con todos los tópicos de fantasía heroica que ya hemos visto antes en los juegos de rol o en otras series míticas, como Dragones y mazmorras. Por ello, se trata de una serie ideal para soñar despiertos y desconectar de cualquier tarea rutinaria del mundo real que llevemos a cabo ese día, ya sea estudiar o hacer limpieza. En cuanto al argumento, desde el minuto uno seguimos las aventuras y desventuras de un grupo de personas muy dispares en Katolis, un reino humano azotado por las tensiones con Xadia, tierra de los elfos.
Tiempo atrás, los humanos robaron en Xadia el huevo de Trueno, heredero del Rey Dragón, lo que propicia una conspiración de los elfos para acabar con la vida del rey Harrow. En este marco de acontecimientos, Rayla, una joven elfa incapaz de asesinar en su primera misión pero dispuesta a enmendar su error, conoce a los jóvenes príncipes de Katolis, Ezran y Callum.
El trío emprenderá un viaje trepidante con el objetivo de devolver el huevo a su legítima propietaria, la Reina Dragón de Xadia. Que lo consigan o no es algo todavía muy incierto. Pero una cosa es segura: devolver el huevo acabará con una guerra inminente que, en el fondo, nadie desea.
El diseño de personajes y entornos, el juego cromático, la cuidada animación y una banda sonora atractiva nos lleva a preguntarnos una vez más cuál es el futuro de la animación. Parece consolidado gracias a la labor de las grandes productoras, como Disney, Pixar o Dreamworks.
Sin embargo, es importante destinar nuestros ahorros a maravillas como El príncipe dragón, que, si bien establece una narrativa de aventuras estándar, presenta un estilo visual a medio camino entre la animación occidental y oriental que muy pocas veces hemos visto. Más adelante, esperamos que el dinero bien utilizado favorezca la aparición de nuevos y diversos productos de animación.
Mientras tanto, y en lo que esperamos a que Netflix dé luz verde a una segunda temporada, tenemos la oportunidad de vivir las aventuras de Ezran, Callum y Rayla, disfrutables por niños, adolescentes y, por qué no, adultos soñadores. El entretenimiento está servido.
Fuente:
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