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Nuestro hotel, el Muchupicchu Inn, es, francamente, poco recomendable (el único hotel de todos los que conocí en Perú que merece ese calificativo). Procura evitarlo cuando viajes por aquellos lugares. Si no lo consigues, mejor será que te armes de paciencia para soportar su incomodidad, su suciedad y su pésima atención al cliente.
14 de Julio. Nos levantamos muy temprano para coger uno de los primeros autobuses a Machu Picchu. Allí, esperamos, junto a algunas decenas de viajeros, hasta ver caer los primeros rayos de sol sobre la ciudad. Luego, tomamos el camino del inca hasta llegar al Intipunku o 'Puerta del Sol', el lugar desde el que se avista Machu Picchu viniendo desde el Valle Sagrado por el camino (lo cual debe resultar impresionante).
Después de comer debíamos haber tomado el tren a Cuzco, pero hay huelga general y el tren, nos dicen, saldrá más tarde. Tras un tiempo de espera en los sucísimos sofás del vestíbulo del Machupicchu Inn, nos encaminamos a la estación, donde engrosamos el ejército de turistas varados en Aguas Calientes a causa de la huelga. Por fin, se anuncia la salida de un convoy, pero aún nos aguarda más de una hora de desordenada cola antes de que se nos permita abordar el tren en el que nos van a evacuar (ese es el término que emplean) a Cuzco.
Paracas y las islas Ballestas
15 de Julio. Volamos a Lima. Al llegar, nos recoge un autobús y partimos hacia el sur, a lo largo de la costa del Pacífico. Cruzamos zonas desérticas. Por fin llegamos a Ica. Comemos, muy bien por cierto, en el Hotel Las Dunas, y luego visitamos la ciudad, el museo arqueológico (momias y cerámica de las diversas culturas de la zona) y una bodega (donde probamos el pisco y los vinos de la región).
16 de Julio. Partimos hacia el embarcadero de Paracas. Esperamos largo rato, en la playa, el permiso para zarpar, rodeados de pelícanos y de niños que los atraen arrojándoles pequeños peces a cambio de una propina. Por fin, partimos hacia las islas Ballestas. El tiempo es bueno y el viaje, precioso. Vemos multitud de aves marinas, entre las que destacan los pingüinos de Humboldt, y leones marinos disfrutando en el agua o tendidos al sol sobre las rocas. Al regreso, la motora se detiene ante el Candelabro para que podamos fotografiarlo.
Arrecia el viento. Visitamos la desértica península de Paracas en medio de una tormenta de arena. Al bajar del autobús para acercarnos a la formación natural que llaman la Catedral somos golpeados por la arena y las pequeñas piedras que el viento levanta del suelo. Luego visitamos el museo y, a continuación, emprendemos el viaje de regreso a Lima.
...y de nuevo Lima
17 de Julio. Es domingo. Nuestro último día en Perú. Por la mañana, visitamos el Museo de la Nación (donde, entre otras muchas cosas, se expone una reproducción de la tumba del Señor de Sipán). Luego, para aprovechar las pocas horas que nos quedan hasta la salida del avión, tomamos un taxi para dirigirnos a la Plaza de Armas. Allí nos encontramos con una concurrida manifestación folklórica. La catedral está cerrada. Después de comer magníficamente en un restaurante cercano, tomamos un taxi para volver al hotel. Pero Lima es una fiesta, y el regreso no va a ser tarea fácil. El barrio de Miraflores está cortado por una gran cabalgata organizada por los almacenes Wong (dragones chinos, grupos de baile, bomberos... hasta comandos que apuntan sus armas hacia un enemigo que sólo ellos ven; y una multitud de espectadores). El taxista no sabe cómo acercarnos al hotel, así que decidimos ir andando, entre la gente que contempla la cabalgata. Es un largo camino, avenida Larco abajo. Por fin, podemos cruzar y encaminarnos hacia el hotel, donde recogeremos las maletas para dirigirnos hacia el aeropuerto.
Puedes ver más fotos de Perú en http://personal.telefonica.terra.es/web/pacolozano/peru1.htm
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