Fue un viaje sorpresa, nada planeado, una experiencia salida de la circunstancia
Mientras me dirigía a Sangüesa, pasando por Tafalla, mis ojos se entrecruzaron con los de una señora, de unos sesenta largos, que hacía autostop
Nunca se me había ocurrido pararme y subir a un autostopista, pero de repente, sin darme ni tiempo a pensar… ¡Plas!, mi pié pisó el freno y allí me vi, con una mujer que no conocía de nada sentada en el asiento del copiloto de mi coche
Je, je, je… Menuda era la señora
Desde Tafalla hasta San Martín de Unx debe haber sólo unos diez kilómetros, pero a ella le dio tiempo para explicarme todo
No calló ni un segundo me alabó todos los paisajes, pueblos, ciudades, castillos y demás sitios de Navarra, dejando más que claro que estaba enamorada de su tierra
Cuando pudo comprobar que más o menos conozco la zona que me describía con tanto entusiasmo, se le ocurrió preguntarme si había estado en Donostia y… ¡buenooo! ¡La que se armó cuando le dije que no!
Yo creo que hasta se levantó del asiento al tener por fin la satisfacción de estar hablándome de algo que yo no conocía
Fue tanta la pasión y el afán que puso en describirme cada uno de los rincones de la ciudad y de las tradiciones de su gente que cuando llegamos a su destino y se despidió tan simpáticamente como se presentó, dejó en mí unas incontenibles ganas de viajar a esas tierras
Sin demorar más la ocasión se lo comenté a mi semejante y hacia allí nos dirigimos
Impresionante. Está es la definición
Repentinamente grandes montañas de belleza colosal y frondoso verde abrazan la carretera haciendo olvidar al peregrino que se encuentra encima de un trozo de áspero alquitrán
Dos casitas aquí…, tres masías allá…
El color de sus construcciones complementa la armonía y la fiesta de colores que la naturaleza muestra con todo su esplendor ajena al gris del cielo que para nada entristece el espectáculo
Montañas con picos cortantes y complejas piedras con aspecto amenazante saliendo de sus entrañas, combinan con dulces montes redondeados
Las nubes se dejan caer por las cimas de dichas estructuras cubriendo el verde de sus cimas de inmaculado blanco, que va resbalando por sus paredes desvaneciéndose hasta desaparecer en su mismo pie, dejando libres pequeñas zonas y permitiéndoles así disfrutar de algún rayo de sol despistado que se asoma temeroso desde lo alto
Ante tal paisaje, el espectador se ve forzado a reducir la marcha y a bajar las ventanillas para, con un gesto desesperado, intentar fundirse en el increíble escenario y al no conseguir lo estimado, decide parar en una esquina y bajar del coche para por lo menos poder llenarse de esa sensación de paz
Es indescriptible lo gratificante que es el impacto que proporciona a los oídos, a los pulmones… a todos los sentidos ese festín de emociones
Sigue el camino sin dejar de prestar atención, para seguir deleitándose de lo encontrado
Mientras se divisan casas que aparentan salir de las mismísimas entrañas de la montaña. Aprovechando las rocas nacidas en el lugar, se han construido haciendo que éstas formen parte de sus paredes, dando un aspecto muy pintoresco, sin dejar muy claro dónde termina la montaña y dónde empieza la casa, o dónde termina la casa y dónde empieza la roca
Los árboles ayudan a mantener despiertas las sensaciones, proporcionando infinitas tonalidades de verdes enlazados con algunos marrones y pizcas ocres combinados con intensos tonos rojizos
Después del apasionado trayecto llegamos a Donostia convencidos de que nada podría ya reemplazar lo vivido, pero nos sorprendió demostrándonos que no todo estaba visto ya
El color ceniza de su cielo con su fuerte olor a mar y su reconocido ‘xirimiri’, hacen de Donostia una ciudad completamente diferente a lo que estoy acostumbrada a ver
Me encanta la lluvia, me encanta el mar. Me fascinan los ríos y las largas vistas a paisajes infinitos
Donostia tiene todo eso
Sus altos y modernos edificios, sus antiguas construcciones y catedrales mayoritariamente bien conservadas, junto con sus paseos y jardines muestran una ciudad limpia y organizada, mientras que sus blancas casas con el llamativo color que sus habitantes han dado a los ventanales de las fachadas que muestran su cara a la playa, dan un aspecto de lo más marinero a la zona del puerto consiguiendo que la imagen de la ciudad no estropee el azul del mar
No puedo decir más
No tuve tiempo para más
A penas ocho horas para poder admirar lo que en otra ocasión espero volver a ver
Hasta más leer, hasta más escribir