“Bien. He oído acerca de Internet que no está pasando por sus mejores momentos, es más, que está atravesando una grave crisis. Ante esta situación prefiero no correr ningún riesgo”.
Tiene usted razón. Durante varios años se han creado enormes expectativas con respecto a Internet, que finalmente no se han cumplido. Las empresas se han creído (o les han hecho creer) que con sólo utilizar Internet para sus negocios, sus arcas se iban a llenar como por arte de magia. Se llegó incluso a acuñar el concepto de ‘nueva economía’; en ésta ‘nueva era’, los principios tradicionales por los que se regía la economía ya no eran válidos; las empresas se revalorizaban en la bolsa de una forma casi exponencial, y no por sus ingresos crecientes, ni por su margen de explotación cada vez mayor, sino por los millones de páginas vistas diarias de su Página Web, y por las inversiones multimillonarias que realizaban en tecnología, en sus esplendorosas oficinas y en los enormes salarios que se pagaban.
Pues bien, los principios tradicionales de la ‘vieja economía’ (vamos, la de siempre) se siguen aplicando, aunque se trate de empresas que deciden reorientar su estrategia hacia Internet. Por mucho que se trate de una empresa .COM, deberá explicar a sus accionistas cómo van a hacer para recuperar las inversiones realizadas y en cuanto tiempo, y por supuesto cuál va a ser la rentabilidad esperada.
Sin embargo, considero que todo lo que ha pasado no es más que una evolución natural y necesaria. Existe una gran analogía entre lo sucedido con Internet y la teoría de la evolución de Darwin, la cual se resume en que no necesariamente sobreviven los más fuertes, sino los que mejor se adaptan a las situaciones cambiantes.
En la actualidad, son precisamente las empresas tradicionales, con una imagen de marca consolidada (fruto de muchos años en el mercado), las que mejor están aprovechando las ventajas que brinda Internet. Esta imagen de marca es la que permite salvar cualquier sensación de inseguridad que pueda tener un consumidor al conectarse a Internet.
Es una cuestión innegable que Internet ha llegado para quedarse, y que supone una auténtica revolución (sí, he dicho bien, revolución) en la forma en la que las empresas se plantean sus procesos empresariales frente a clientes, proveedores y empleados.
Por tanto, y para poder subirse a este tren imparable, maximizando las posibilidades de éxito, las empresas deben plantearse su transformación al E-Business de una forma gradual y progresiva, para lo cual deben analizar su estrategia futura de una manera concienzuda.
“Claro. También he oído que Internet sólo vale para que los chavales se manden mensajes a los teléfonos móviles, para que hablen entre sí a través de chats, y para que algunos se forren poniendo páginas con contenido pornográfico”.
No, Internet es mucho más que todo eso; si bien es cierto que Internet está teniendo un gran éxito entre cierto público objetivo, especialmente los más jóvenes, los cuales han encontrado en Internet una herramienta perfecta para comunicarse entre sí y acceder a información antes inaccesible para ellos, hay que tener en cuenta que Internet supone una auténtica revolución que permite a las empresas mejorar sus procesos empresariales, facilitando la reducción de costes, el incremento de ingresos y la eficiencia en todas sus áreas.
“Ya, ¿y qué me dice usted de todo el dinero que tendré que gastarme para tener una Página Web en Internet?”.
Una presencia profesional en Internet no cuesta tanto dinero como algunos piensan. El capital que sea necesario invertir en una solución de presencia en Internet dependerá siempre no sólo de cuáles sean los objetivos que el empresario desee obtener, sino también del plazo de tiempo en el que desea obtenerlos. Está claro que la inversión necesaria para una empresa que sólo desee tener una Página Web informativa de su empresa, con pocas posibilidades de interacción con sus clientes, no será la misma que para una empresa que desea disponer de una plataforma propia de comercio electrónico, mediante la cual poner a la venta sus productos, y ofreciendo a los clientes la posibilidad de pagar sus compras mediante tarjeta de crédito, accediendo a la pasarela de pago correspondiente.