Hasta mediados del siglo XIX, la poliomielitis era una enfermedad desconocida. Cincuenta años después, epidemias masivas arrasaban el planeta. Al estar causada por un virus, apenas había modo de combatirla en aquellos años. En un pequeño porcentaje de casos, el virus penetraba en el sistema nervioso central destruyendo las neuronas motores y provocando la parálisis muscular. El famoso presidente Franklin D. Roosevelt dirigió los EEUU desde una silla de ruedas por su culpa. Y no era la peor opción. En algunos casos, el músculo afectado era el diafragma, un poderoso e inagotable músculo responsable de nuestra respiración.
El corazón recibe todos los halagos. Se le denomina, el músculo infatigable y es capaz de trabajar durante décadas sin necesitar un descanso. Pero mover la sangre no es suficiente. Nuestra vida depende del oxígeno que transporta y que es captado en los pulmones. Para llenarlos de aire "fresco" y expulsar el saturado de CO2 son necesarios músculos poderosos. Su fracaso pone en riesgo nuestra vida tanto como un fallo en el corazón.
El principal de ellos es el diafragma. Como el corazón, el diafragma debe "latir" entre 12 y 70 veces por minuto. Al contraerse, crea un espacio que es ocupado por la expansión de los pulmones y esto provoca la entrada de aire. Después se relaja, presionando sobre los mismos y provocando la salida del aire. El movimiento es principalmente involuntario y se regula mediante unos nervios que proceden de las cervicales. Un accidente o enfermedad pueden dañarlos de forma que el diafragma queda paralizado. Un ejemplo fue el accidente que causo la parálisis del actor Christopher Reeve.
En el caso de la poliomielitis, la parálisis podía durar solamente unos días o semanas. Sin embargo, el diafragma es tan imprescindible como el corazón y los pacientes morían asfixiados en poco tiempo. Los pulmones de acero fueron la primera solución que pudo desarrollarse. El invento se lo debemos a Philip Drinker y Louis Agassiz Shaw de la Universidad de Harvard. Eran cajas metálicas y selladas donde se introducía a los pacientes de cuello para abajo. La cabeza quedaba fuera y un anillo de material flexible sellaba los bordes para evitar la entrada de aire, Con cuidado para no presionar tanto que ahogasen al paciente que pretendían salvar. A continuación, una bomba aspiraba aire de la cámara de forma que el tórax y los pulmones se expondrían y forzaban la entrada de aire en su interior. Por simple que parezca, eran una solución bien pensada. Se trataba de un método no invasivo, que no alteraba el funcionamiento normal del sistema respiratorio y no implicaba riesgos de infección o daños internos.
Pulmones de acero en un hospital alrededor de 1953 Fuente: Wikipedia
Los pulmones de acero salvaron muchas vidas, ganando tiempo para el cuerpo se recuperase y los pulmones volviesen a funcionar. O no. En algunos casos, la capacidad respiratoria no se recuperaba y los pacientes quedaban atados al aparato para siempre. En 1959, unas 1.200 personas seguían utilizando pulmones de acero y, en una fecha tan tardía como 2004, todavía quedaban 39.
Si los pulmones de acero perdieron su importancia, fue gracias al descubrimiento de la vacuna contra la poliomielitis. En los últimos años, incluso soñábamos con la desaparición definitiva de esta enfermedad. Sin embargo, absurdas campañas en contra de las vacunas han impedido este avance. En África, algunos lideres religiosos se oponen a las vacunas al considerarlas "una campaña de occidente para esterilizar a los musulmanes" . En Europa y Estados Unidos, la acusación es que provocan el autismo. En ambos casos, la ausencia de pruebas científicas no es obstáculo para la pasión de sus detractores. Aún así, la victoria contra el virus parece posible a pesar de brotes puntuales que siguen apareciendo.
Creo que no hay mas que volver a ver la fotografía incluida en esta anotación para comprender los riesgos. Ojalá recordemos las lecciones del pasado y los pulmones de acero (o sus sustitutos modernos que podemos ver en el vídeo) no sean necesarios. Hay muchos países que no podrían pagarlos
Fuente:
Pulmones de acero: Ayudando a un músculo olvidado