LOS NEGRITOS DE HUÁNUCO
Conocido por su clima como la ciudad de la eterna primavera, fundada por españoles el 15 de Agosto de 1539 con el título de “La muy noble y muy leal ciudad de los caballeros del León de Huánuco”; tierra generosa donde nací; de donde, cuando el destino quiso me alejé, para vivir añorándola, amándola y extrañándola siempre, por su calidez, sus bondades, su belleza y por todo lo que significa para mi la tierra que me viera nacer, donde florecieron mis esperanzas, mis sueños, mis ilusiones y como no la febril e inocente experiencia del primer amor.
Huánuco, ubicada en la región central del Perú, su extensión abarca parte de la sierra y también la selva, con abundante riqueza natural y de hermosos paisajes especialmente en la selva, la ciudad de Tingo María, donde se aprecia “La Bella Durmiente”, “La cueva de las lechuzas” o el caudaloso río Huallaga que da armonía y vida a la región. Luego de muchos años de ausencia, tuve la dicha y placer de contemplar nuevamente sus paisajes, percibir el agradable aroma de sus huertos, la sencillez y bondad de sus habitantes, la tibieza de su clima considerado como la mejor del mundo; y la beldad inconfundible de sus mujeres, cautivadora de nobles corazones entre ellos el mismisimo Virrey Amat, quien cayo rendido por los encantos de Micaela Villegas "La Perricholi".
No pude resistirme a la tentación de visitar los lugares que antaño eran de mi predilección entre ellos “El Rinconcito Huanuqueño” restaurante típico a las orillas del río Higueras donde se degusta la comida autentica como el “Locro” preparado a base de gallina en trozos, papas y abundante “sarsa” de cebolla, o la famosa “Pachamanca” comida tradicional huanuqueña preparada con carne de cerdo o cordero y abundantes yerbas aromáticas, su preparación tiene una característica especial porque es cosido en piedras especiales calcinadas con leña y enterradas en el suelo, o el agradable “Picante de cuy”, preparada también con yerbas aromáticas, maní y trozos de carne de cuy (conejillo de indias), aquella persona que lo deguste no puede resistirse a repetir otro plato, luego asentarla con la riquísima “Chicha de jora” bebida preparada de maíz fermentada con sabor y dulzura muy agradable y con el fondo musical por su puesto “El cóndor pasa” melodía universal del insigne músico huanuqueño Daniel Alomía Robles.
Domingo por la mañana asistí a oír misa a la catedral, cuando nos disponíamos a salir percibí el leve sonido de los tambores, luego el bombo, los platillos y las campañillas; con mi amada esposa nos dimos una mirada cómplice porque sabíamos que se trataba de la presencia de los “Negritos de Huánuco” festejando la bajada de reyes luego de la Navidad. Caminamos de prisa con el fin de ganar un lugar preferencial, algunos corrían, mientras la música ejecutada por una treintena de integrantes se dejó escuchar imponiéndose al murmullo de la gente y el bullicio de los vehículos que pugnaban por avanzar.
En la calzada flanqueados por dos grupos de negritos en fila, avanzaban “Los Caporales” disfrazados elegantemente con cotones bordados con hilos de oro en el pecho y la espalda, sombrero de alas anchas color rojo con adornos sobre los cuales fijados en forma de penacho grandes plumajes multicolores; vestían pantalones blancos con bandas rojas a los costados bordados también con hilos de oro, en la parte delantera pendían pañuelos doblados y bordados especialmente por la esposa, novia o madre del danzante, de los hombros caían hasta la altura de los tobillos, cintas multicolores, calzaban botines forrados de pana color rojo, los rostros cubiertos de máscaras simulando las facciones de las personas de raza negra, excepto “Los corochanos” quienes llevaban máscaras blancas representando personas de muy avanzada edad provistos de látigos y matracas que no dejaban de hacer sonarla a la vez que simulaban guardar el orden con ánimo siempre jocoso y burlón. Cuando los caporales se disponían a bailar desplazándose uno de cada extremo hacia el centro, con los brazos hacia adelante agitando sus campanillas de plata, realizando pasos muy acompasados, al son de la música con prestancia, elegancia, armonía, derrochando energía por doquier, realizando en el encuentro las mudanzas; se me vino a la mente las épocas de mi niñez en que con mis hermanos ensayábamos esos pasos, la nostalgia de aquellos tiempos vividos se apoderó de mi ser, sumados a la emoción que me causaba al ver tanta elegancia, prestancia, ritmo y majestuosidad de los “Negritos de Huánuco, casi se me caen las lágrimas de alegría y orgullo de ser poseedores de una expresión cultural y folclórica tan bella y elegante por su baile, su música y por el significado de aquella representación.
El baile de los “Negritos de Huánuco”, representa el festejo glorioso de la liberación de la raza negra de la esclavitud, la explotación, la opresión y el abuso a que estaban sometidos por los hacendados y terratenientes, forzados a trabajos duros e inhumanos. Absorto y emocionado a la vez, seguí contemplando; la danza y la música parecieran producir en mi alma un embrujo incomparable haciéndome la idea de ser uno de aquellos elegantes danzantes, que con talento propios de los que aman sus costumbres y tradiciones, también aman a su querida tierra.
Al culminar la presentación los caporales se aprestaron a saludar a las autoridades presentes y para mi sorpresa uno de ellos se dirigió hacia mi persona, luego de un apretón de manos me dio un fuerte abrazo, no lograba atinar de quien se trataba, al notar mi duda, se sacó la máscara, era mi dilecto amigo del barrio el señor Grimaldo Noblejas Cruz, el mítico “Caporal” de la cuadrilla “Chacón” campeón de campeones absoluto ganador de muchas competencias con otras cuadrillas; mi abrazo se hizo aún más fuerte y efusivo, ofreciéndole por mi parte las felicitaciones por tan brillante jornada.Esto y muchísimo más es la belleza de mi tierra, ¡HUÁNUCO QUERIDO!