Que Internet se nos ha revelado como la panacea y solución para muchas cosas no es ningún secreto, en este su vigésimo aniversario. Aún iría un poco mas allá al decir que se nos ha vuelto imprescindible para según cuales. Cada día más.
Pero, a la vez, senos presenta como un excelente ejercicio terapéutico para todas aquellas personas que tienen en la red la única válvula de escape a sus frustraciones, incomprensión, estrés, y problemas de todo tipo. Y eso por el módico precio de una tarifa plana mensual o anual. No se que opinarán al respecto los profesionales de la medicina siquiátrica, pero que sus consultas no están repletas como hace unos años, seguro. Bienvenido entonces el medio de comunicación social mas importante de la historia. Y que dure. Pues nunca antes había tenido el ser humano la posibilidad y la rapidez para comunicarse con sus semejantes con tanta facilidad. Lo malo es cuando alguien quiere controlar ese flujo de datos y de sentimientos que andan circulando por la fibra óptica, la línea telefónica o el satélite. Como de costumbre, las cosas no son malas en si mismas sino la utilización que se hace de ellas.
Puesto que la capacidad de curiosidad de los humanos es inagotable, la red nos proporciona respuestas a tantas preguntas que se hace imposible llegar a todas, con lo que hay que seleccionar aquellas prioridades que nos sean mas útiles, y rechazar lo demás, ante la imposibilidad temporal de visitarlo todo.
Una de las facetas mas importantes cada segundo que pasa (la rapidez se mide en segundos) es la de plataforma para la expresión individual y colectiva, pero principalmente la primera, que ha visto como los blogs proliferan como setas, y aún más. Cuanta necesidad de expresarnos tenemos... Pienso, que va mas allá de los simples minutos de gloria que Andy Warhol defendía para todo el mundo. Es un auténtico fenómeno planetario imparable que pone al alcance de cualquiera con un ordenador o un telefonillo de última generación el mundo entero, ¡ahí es nada!...
De manera muy especial las mujeres han hallado en la red la plataforma perfecta para soltar todo lo que, en sus relaciones diarias, tal vez no se atreverían a contar a sus parejas. Pero la cosa va mas allá, puesto que a la impunidad que representa la posibilidad de tener tu propio medio de comunicación de manera anónima, hay que añadir la nada desdeñable de ser como quisiéramos mas allá de la dura realidad. Y ya sabemos cuan soñadoras y románticas son las féminas (abrumadoramente mas que los hombres). Por eso, absolutamente todas, reconocen que Internet les ha cambiado la vida: han surgido poetisas de donde antes solo había funcionarias, amas de casa, ejecutivas; se han destapado escritoras de relatos mas o menos personales; encontramos fabuladoras que han dado rienda suelta a sus – hasta entonces – reprimidas ganas de imaginar a pierna suelta, cosa que la cuadriculada sociedad les negaba con sus hechos y sus normas. Es como si el diario que escribían desde niñas hubiera abierto sus páginas a todo el mundo, libremente, gracias al anonimato.
Y aún suerte de que, por el momento, para tener tu propio blog se necesita un mínimo de soltura con el lenguaje y la redacción, cosa que veta el acceso a los blogs a quienes no posean esas cualidades (que por desgracia son bastantes) y que hace, a su vez, mas fluido el asunto bloguero. Si por ello se consigue que la gente de a pié se de cuenta de una vez que sin educación, en este principio de siglo, no se puede ir a ningún lado y comienzan a estudiar para no quedarse atrás, bienvenidos sean los blogs ¡y quien los inventó!.