Después del terrible atentado ocurrido en Bali hace unos días, sirva esta crónica de un viaje para dejar testimonio de la belleza de una tierra y la calidez de sus gentes.
Antes de comenzar la crónica del viaje una apreciación personal:
HAY QUE VIAJAR A BALI
Me parece injusto e incomprensible que, después del atentado del 12/10/2002, se esté desaconsejando viajar a Bali. En esta isla, lo más parecido al paraíso, la mayoría de sus habitantes son hindúes y nada tiene que ver con el terrorismo. Es una isla donde siempre ha reinado la paz, la armonía y la serenidad.
Ahora el único consuelo que les queda a sus gentes es ver entre rejas, cuanto antes, a los bestias que han causado tamaña brutalidad y esperar que el resto del mundo no les dé la espalda y dejen de visitarles.
Todo aquel que ha visitado Bali, estoy segura de que volvería ahora mismo sin ningún problema, como es mi caso. Yo me pregunto ¿Acaso no hay terrorismo en España, y cada año nos siguen visitando miles de turistas?
Aconsejo a todo el mundo que estos hechos tan bárbaros no le frenen para ir a esa maravillosa isla, donde encontrara el paraíso soñado.
Crónica de un viaje
A Bali se llega expectante y se regresa hechizado; enamorado de un paraíso esmeralda lleno de vida y contrastes. De esta isla, tan bien llamada de los dioses, se han escrito ríos de tinta, tantos, que mientras la sigan cuidando como hasta ahora, nunca dejarán de fluir, porque quienes lleguen a ella, acabarán enamorándose de Bali y tendrán la necesidad de contar a los cuatro vientos las maravillas que ofrece este paraíso indonesio, porque se habrá metido en sus almas.
A Bali sólo le sobra una cosa: la lejanía. Pero a poco de pisar el aeropuerto de Dempasar, al viajero se le olvidan, como por ensalmo, las veinte horas de viaje, y nada más llegar sus cinco sentidos se ponen de inmediato a procesar sensaciones sin descanso.
Desde un primer momento Bali ofrece una luz especial, la del Trópico, donde los colores parecen que son más colores que en otros lugares de la Tierra. El aire también huele distinto, y la ausencia del temido calor envuelve al viajero en una paz que predispone a olvidar el palizón del largo vuelo.
Enseguida asaltan a las pupilas los primeros altares, las primeras ofrendas a los dioses del larguísimo panteón de Bali, y los primeros templos que, desde el mismo momento de llegar, ya no dejarán de formar parte de la estancia del viajero, hasta hacerse tan familiares que, al regreso, incluso se echarán de menos.
También, enseguida, aparecen las primeras sonrisas, los saludos con las manos unidas a la altura del pecho y el salamat tinggal ( bienvenido), y las miradas de los balineses y balinesas, oscuras y profundas, pero extrañamente familiares. Y es entonces cuando el verde empieza a apoderarse del alma del viajero, de un modo lento, casi inapreciable.
Tras los cristales del coche, rumbo al hotel, los inmensos jardines que jalonan las carreteras de acceso a Nusa Dua son la antesala de las maravillas que esperan al viajero los días siguientes, cuando dirija sus pasos -y su espíritu- hacia el centro de la isla, hasta los increíbles arrozales que cortarán su respiración y llenarán sus ojos de un verdor tan intenso, que ya no le abandonarán mientras viva. Y junto a los jardines aparecen los primeros templos, pequeños y grandes, como preludio de las maravillas que vendrán después en días sucesivos: los templos de Tanah Lot; Batu Bolon; Besakih; Uluwatu; Candi Kuning; Goa Lawah; Mengwi... Nombres tan misteriosos como las edificaciones que constituyen el centro de la vida de los balineses, que por su historia y su pasado se consideran los responsables del orden cósmico...
Todo ese rico pasado se condensa en una serie de danzas que resumen leyendas y acontecimiento épicos y religiosos, con el constante y monótono sonido del gamelán, el conjunto musical presente en la mayoría de acontecimientos. La elegancia de la danza Legong, ejecutada por jóvenes mujeres, compite con la fuerza masculina del Baris, y tiene su culmen en la hipnótica danza Cecak. El teatro de marionetas y las peleas de gallos también forma parte importante de esta tierra de dioses y magia.