No llores más mi niña, hoy no quiero verte así, hoy es diferente...
Muchas veces te he visto verter lágrimas, pero era agua de sobras. Tus ojos eran como aquella presa que, después de una primavera lluviosa, abre sus compuertas para que la presión no rompa las esclusas y el agua no acabe inundando los campos contiguos. Aun dejando escapar toneladas de agua su interior sigue lleno, sólo echa lo que le sobra, se desahoga...
Hoy no te veo así, tu mirada me dice que estas vacía, rota. Una enorme tristeza envuelve tu corazón y se pega a él impidiéndole vibrar, impidiéndole sentir.
Odio que estemos terminando de esta manera, pero así debe ser, el destino ha puesto tierra entre nosotros y no hay nada que podamos hacer. He de irme lejos hoy, y debemos acabar.
Recuerdo aquellas tardes de viernes en las que quedábamos en mi casa para ver algún video. Yo ponía la cena y tú la película. Siempre me engañabas alquilando algún dramón, o alguna típica comedia romántica en la que al final, tras montañas de problemas, los protagonistas acaban juntos. Los dos conocíamos este repetitivo desenlace común, perfectamente, pero aun así, era como un resorte, como la compuerta abierta de la que antes hablaba, siempre en el momento del beso final te echabas a llorar.
Ahora que todo acaba te debo confesar que odiaba esas películas, las odio, me parecen ridículas, pero aun así, durante toda la semana deseaba impaciente que llegase el viernes. Amaba verte llorar en esos momentos, estabas tan bonita... ...Hoy es diferente, no llores más por favor.
No se si te dabas cuenta... ...Supongo que si, pero había ratos en los que no podía dejar de mirarte, pasaban las secuencias de la película invisibles ante mí. Todo a mi alrededor... ...Todo a tu alrededor desaparecía, para mi sólo estabas tú, tu mirada atenta, tus gestos, tu presencia.
Esperaba impaciente el final de la película, aguardaba la apertura de compuertas, el principio del llanto. Ahí siempre acababas descubriendo mi mirada furtiva y extrañada, y gruñías mostrándome lo insensible que era al reírme de tu situación... ...Eres tan preciosa. Siempre acababas riéndote conmigo mientras secabas tu llanto y me llamabas tonto sin sentimientos apoyando tu cabeza en mi pecho.