| Además son víctimas permanentemente de los chantajes y la manipulación de ambos papás, recibiendo amenazas de ser acusados con uno y con otro indistintamente, y muy a menudo son utilizados para vigilar los pasos de uno y otro, con el fin de saber como se está manejando el otro, con quien sale, a que hora llega y en fin; que se les usa como espías y hasta como correo, “ve y dile a tu Padre que” o “le avisas a tu Madre que” etc. Lo cual provoca en los niños un absoluto desconcierto y los pone en un permanente predicamento de no saber que decir y que no.
Y por si todo lo anterior no bastara, después tienen que lidiar con las preguntas de parientes y amigos de uno y otro, o con consejos y sugerencias (normalmente parciales y egoístas) de uno y otro bando, Sí, se forman dos bandos, y los niños siempre están en medio, con la pena que esto les significa, pero además, viene lo más cruel; a poco tiempo de la separación, en forma aparentemente sutil y cuidadosa, viene la pregunta, ¿hijo, qué opinarías si decidiera yo volverme a casar?, a lo cual por supuesto el hijo o la hija no están de acuerdo ni lo entienden, pero en todo caso terminan resignándose después de escuchar los argumentos que se les dan y lo que pasa es que no creamos hijos sanos en ese y otros sentidos, sino que normalmente somos tan egoístas que los educamos para que sean posesivos y el resultado no puede ser otro.
Aquí empieza otra etapa que los termina de desconcertar y lastimar, comenzar a convivir con quien parece que será su nuevo papá o su nueva mamá y los parientes de estos, y al poco tiempo ya tienen hasta cuatro familias, Sí, cuatro; la del papá, la de la mamá y la de la nueva pareja de uno y del otro, esto significa nuevos abuelos, nuevos tíos, nuevos hermanos y primos, más lo que se acumule, porque falta agregarle a esto, con el tiempo; nuevos fracasos o nuevos intentos y experimentos con sus correspondientes secuelas.
Los miembros de la pareja que se separa tienen sus propios dolores de cabeza, recordemos que “después de un accidente ya nada es igual” o que “ el que con leche se quema hasta al jocóque le sopla”. Es muy frecuente que alguno de los dos, o los dos, a cierto tiempo de la separación vea que no es tan fácil sobrellevar su nueva situación en lo económico, en lo doméstico, en lo familiar o en lo social, ya pasada la aparente liberación y agotada la supuesta euforia inicial de haberse “deshecho” de quien se consideraba él o la responsable de su mala situación, y viendo que solo no es tan fácil como se creía, la confianza en si mismo y la de los demás disminuye notablemente y se empiezan a reconsiderar situaciones y a pensar que tal vez no fue una buena idea, o por lo menos, que no fue la mejor decisión divorciarse, que “tal vez nos precipitamos” o después de subsecuentes fracasos, se piensa que “Más valía malo por conocido que bueno por conocer” “ la verdad es que fulano o zutana no era tan peor”.
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