“La venganza sabe a jitomate y a cilantro”, compartió Graciela González, habitante de El Salto, Jalisco; fundadora y activista de Un Salto de Vida A.C. Graciela y Araceli Magallón, estudiante de Filosofía en la UdeG y nueva integrante de la sociedad, compartieron sus experiencias dentro de la asociación y la problemática de la contaminación de la tierra, el agua y el aire en este poblado, en la plática que impartieron a alumnos de Ciencias de Comunicación del ITESO el 30 de septiembre.
Salto de Vida A.C. inició en agosto de 2007 con una denuncia de la situación de El Salto (municipio de la Zona Metropolitana de Guadalajara con 138,226 habitantes) al gobierno de Zapopan. Fue como si no hubieran dicho nada, ya que no hubo respuesta. Lo que motiva a los 25 miembros formales de la asociación a seguir adelante, en especial a Araceli Magallón, es el potencial de vida que puede tener el Río Santiago y la Barranca de El Salto. “Espero poder un día nadar ahí”, agregó Magallón.
Graciela González, mejor conocida como “Chela”, platicó que las consecuencias que sufre su municipio no solo se quedan ahí, porque “las frutas y verduras que compran (los ciudadanos de la ZMG) en el Mercado de Abastos provienen de El Salto”. Dice que a eso sabe la venganza, a alimentos. Ella no le echa toda la culpa a la industria ni al gobierno, ni a los políticos dentro de él, porque dice que el problema es sistémico, así es la forma de gobernar y actuar, anteponiendo primero la economía antes que al medio ambiente, compartió.
Sin embargo, comentó que no se siente feliz de la situación en la que viven ella y muchos otros. Hay tres tipos de contaminación de agua en el Río Santiago: los restos y químicos que se forma de la basura que manda Guadalajara, de la mierda que desemboca en el río, y de los desechos agropecuarios. Esto afecta, directamente, la vida de los habitantes. Los viejos no lo resienten, pero sí se demuestra en el estado de salud de sus hijos y nietos, ya que a Chela eso le comentan algunos señores. Tienen que estar suministrando medicamentos cada quince días, agregó.
Los efectos de la contaminación del Río Santiago repercuten en muchos aspectos, tanto en la salud, en la seguridad pública, derechos laborales, derechos humanos, en las políticas de la industria y su responsabilidad en descargas residuales hacia el río, como hasta el problema de las leyes puesto que “están hechas A Doc para que haya un desarrollismo” económico, explicó Graciela.
“Así como se fueron los peces, nos vamos nosotros, y así como nos vamos nosotros se van a ir ustedes”, subrayó para que nos diéramos cuanta de la magnitud del problema. Las alternativas son varias, pero la principal es tener un orden de territorio, saber en qué zonas si se pueden construir casas y en cuáles no.
“La realidad es muy confrontativa”, sumó y recomendó a todo el público darse cuenta que es un asunto de todos. La solución es saber hacer un puente de ciudad-campo donde el individualismo no sea partícipe.
